Fragmentos del informe
Educadora Anna Karina
Romero
El Grupo (...) de Carpintería se compone de 25 alumnos en
lista, de los cuales solamente una es una chica.
Sin necesidad de gráficas podemos apreciar que todos
proceden de barrios periféricos de la ciudad de Artigas (datos no publicados).
A no ser por su situación de vulnerabilidad estructural
totalmente homogénea (...) no existe nada nuevo
que aportar a otros informes que existirán de otros colegas con respecto a los
alumnos del FPB, y específicamente los que optan por la orientación
CARPINTERÍA, que tiene la peculiaridad de ser la opción de aquellos de mayor
vulnerabilidad, lo cual sería interesante investigar seriamente por qué existe
esa correlación.
Arriesgando una opinión sin base científica, o una
HIPÓTESIS para esa supuesta investigación, puedo decir que se trata –la
profesión “carpintero”- de un estereotipo social muy arraigado, aceptado
silenciosamente por todos, inclusive aquellos que trabajamos en UTU, que le
asigna al oficio un atributo despectivo, desvalorizado y asociado con aquellos
grupos que tienen menos aspiraciones de movilidad social.
Básicamente eligen carpintería los más pobres, los de
conductas menos adaptadas y adaptables a cualquier tipo de regla, los que
tienen mayores problemas de aprendizaje de materias que exigen mayores niveles
de abstracción, y, en coherencia con esto, son siempre los grupos más grandes,
con la paradoja de que son también los que por sus características requieren
mayor atención personalizada.
Para cerrar hago mías las reflexiones del trabajo sobre
INCLUSIÓN EDUCATIVA, Mención Especial del Concurso “Convocación 2012”,
“Deserción y fracaso escolar en contextos de expulsión social” (Carlos Gobba
Mareco y Gianina Marsiglia Lautaret*): “…en
sociedades tan fragmentadas socio-espacialmente como la nuestra, se vuelven
difíciles las formas tradicionales de disciplinamiento (Barrán, 1990) tal como
se vienen planteando desde la educación formal. Éstas solo darán resultado en
aquellos que, aún en un contexto de marginación social, siguen confiando en el
sistema educativo, y es que gran parte de la eficacia de ese sistema ‘está
afuera’ del mismo. Hacemos referencia a que sus usuarios (los alumnos) ya
conocen cómo, en la vida adulta, se va a poder ‘salir adelante’ o, dicho de
otra manera, conseguir un trabajo o ganarse la vida…” (…) “Además sienten que
el barrio en el que viven los condiciona para acceder a los trabajos más
codiciados, instalando en ellos y por parte de ese mundo adulto que los rodea y
contiene una idea de resignación y por lo tanto autoajuste de su
horizonte de expectativas. Ese mundo adulto compuesto, entre otros, por la
opinión pública que los estigmatiza como otro peligroso porque viven en un
barrio peligroso y además los puede identificar por su forma de vestir.”
*Carlos Antonio Gobba
Mareco: Prof. de Sociología, Educación Social y Derecho, egresado del IPA.
Licenciado en Sociología. Gianina Marsiglia Lautaret: Lic. en Sociología,
estudiante avanzada de profesorado de Sociología y referente socioeducativo de
Jóvenes en Red.
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